La endoscopía de tubo digestivo es el mejor estudio que hay en la actualidad para detectar las enfermedades de la mucosa del esófago, estómago y duodeno.

Además de brindar excelentes diagnósticos, nos permite tomar biopsias de la mucosa y hacer una multitud de procedimientos terapéuticos y así evitar cirugías.

Este estudio se realiza por medio de un instrumento llamado endoscopio, que es un tubo flexible y con iluminación que se introduce a través de la boca, permitiendo la observación del esófago, estómago y duodeno (primera porción del intestino delgado). Generalmente se realiza con el paciente anestesiado superficialmente.

​

Este examen ayuda a determinar y estudiar diversas enfermedades o patologías del tubo digestivo superior como: causas de sangrado o anemia, dificultades en la deglución, presencia de hernia hiatal, ulceraciones o inflamación, posibles causas de dolor abdominal, el estado del estómago y duodeno después de una operación, la presencia de tumores u otras anomalías del tubo digestivo superior.

En caso necesario se pueden tomar muestras de tejido (biopsias) para su estudio e incluso realizar procedimientos para controlar sangrados, remover lesiones o pólipos, dilataciones de zonas estrechas, colocación de sondas, retirar cuerpos extraños, etc.

En la mayoría de los casos se inserta una vía intravenosa en el brazo para administrar medicamentos y/o sedantes durante el procedimiento. Durante el estudio usted no sentirá ninguna molestia.

El examen dura aproximadamente de 10 a 30 minutos. Hay limitaciones del estudio, como cuando existe una estrechez que impide el paso del mismo aparato o la lesión está situada en una región difícil de revisar.

Las complicaciones con este procedimiento son muy raras, pero pueden presentarse ocasionalmente y consisten en infecciones, bronco aspiración, perforación y hemorragia principalmente.

Las complicaciones de la anestesia como tal, también pueden presentarse, en forma independiente a las complicaciones propias del procedimiento en sí.